Consecuencias y planteamientos en la era «Post COVID-19»
La crisis mundial del COVID-19 ha dejado constancia de que lo imprevisible siempre sucede, y la dificultad para que países y empresas tengan preparada una respuesta adecuada de gestión de riesgos, obligando a redefinir muchos conceptos y procedimientos, y aun cuando proteger la salud, proteger la vida continua siendo la primera prioridad ante la pandemia, es imprescindible medir las consecuencias en la paralización de la economía, reorganizarse para volver a la actividad de forma eficaz y sobre todo tomar decisiones en la incertidumbre considerando el nuevo enfoque de comportamientos de la población y los posicionamientos del mercado a nivel internacional.
Como toda crisis, la del coronavirus también tendrá un final y es importante prever que sucederá a partir de ese momento, sabiendo que lo que nos encontraremos no será lo mismo; definirá una nueva era post pandémica que cambiará comportamientos, hábitos de consumo, prioridades, relaciones y muchos esquemas que superan lo empresarial, incluyendo nuevas formas de trabajo, estructuras industriales diferentes, decisiones de fabricar o externalizar mercados en los que se opera, rompiendo con los esquemas hasta ahora conocidos.
Gracias a las respuestas de la ciencia es posible obtener ventajas de la crisis, que a pesar de ser cisne negro, evento raro e imprevisible, también está llena de oportunidades, con un nuevo paradigma, nuevas tecnologías, ordenadores y comunicación con conectividad en redes informáticas que aceleran la velocidad, facilitan una gestión más ágil, superando los espacios topológicos por conexiones digitales que acortan la temporalidad en las distancias, y nuevos modelos de negocio que cambian asunciones asumidas; nuevas oportunidades que solo podrán lograrse si de forma consciente se adopta una mentalidad abierta.
Los empresarios y directivos, durante un periodo de tan inquietante incertidumbre, tienen la responsabilidad de gestionar despertando el sentido de resiliencia, con una actitud abierta a la recuperación, dando seguridad y confianza a clientes, proveedores, entidades financieras y la comunidad social en la que opera.
La pandemia de coronavirus no ha significado la destrucción de activos, pero cambiará profundamente la forma en que las empresas y las personas desarrollen su actividad, y los más eficaces realizarán una reinvención disruptiva con enfoque en el mercado, con modelos colaborativos de cooperación y alianzas, reestructurando procesos, recursos y plantillas, productos y costes, equilibrando la tesorería.
Tanto para abordar la crisis inmediata como para preparar su salida, las empresas tendrán que aprender a gestionar su resiliencia (capacidad de recuperación – absorber un contratiempo y salir de él) para mantener supervivencia y continuar a largo plazo, actuando en cinco etapas:
- Diagnosticar con claridad la situación,
- Plantear actuaciones que aseguren resiliencia,
- Proponer un plan de recuperación,
- Proponer una estrategia apoyada en la transformación digital y
- Realizar las reformas disruptivas de adaptación a la nueva realidad estratégica.
La transformación digital se construye con el poder de dos simples ideas
La primera idea fundamental parte de identificar la posibilidad de incorporar software a procesos, productos, componentes y repuestos intercambiables. La segunda idea, vincula los mismos mediante software que permita optimizar procesos, reducir costes, acelerar ciclos de producción, logísticos y comerciales para la mejora de la posición competitiva.
Lo virtual cambia en sí mismo a lo real, y la conexión modifica la naturaleza de un objeto; conscientes de que estar conectado supone estar vinculado a una red (poderosa y dinámica) que puede poner en peligro nuestra independencia, siendo errónea la simple y una vez atractiva idea de que conexión es liberación.
La revolución de los recursos soportada en los conceptos de Sustitución, Eliminación de basuras, Circularidad, Optimización, y Virtualización precisa un nuevo orden económico, en un entorno de economía libre, no estatalizada, capaz de dar respuesta a medida que surge la necesidad, y abordar estrategias disruptivas, eliminando intentos intervencionistas de economías dirigidas, que colapsan por indecisión y se rigen por posicionamientos políticos con criterios de oferta.
La convergencia de la crisis del industrialismo con sus dos modos de producción asociados (capitalismo y comunismo), junto con el avance de las nuevas tecnologías con las redes y los nuevos movimientos sociales y culturales es el origen de los valores básicos que permite definir un nuevo orden económico global, que bien podría denominarse “coopetivismo” como acrónimo de cooperar competitivamente, en la necesidad de trabajar de forma colaborativa en competencia, apoyados en la tecnología y la digitalización disruptiva, estimulando la creatividad empresarial y el talento y reconociendo los valores tradicionales, síntesis del respeto a la singularidad del hombre, a la diversidad y la naturaleza, haciendo nuestra la frase de Albert Einstein “Ante el desorden, más simplicidad. Ante la discordia, encontrar armonía”.