Manuel Gago Areces, Presidente de Neo Soluciones Informáticas, S.L., Vicepresidente de CEDE
Las consecuencias del confinamiento y la necesidad de proteger la salud con medidas de distanciamiento están provocando un enorme cambio en el comportamiento social aceptando fórmulas y procedimientos que sin duda son disruptivos.
En el ámbito laboral, el teletrabajo ha permitido mantener muchas actividades y niveles de servicio gracias a la excepcional red de comunicaciones y algunas aplicaciones informáticas que tienen en la gestión desplazada su razón de ser.
Por otra parte, se ha generalizado el que no nos responde un telefonista o una secretaria cuando realizamos una llamada a cualquier empresa, por pequeña que sea, ya que un sistema nos identifica y en función de nuestra consulta nos dirige a quien corresponde, que puede ser otra máquina o una persona teletrabajando, fuera de la oficina, que también puede estar realizando actividades domésticas o cualquier otra, e incluso practicando algún deporte.
Ambas situaciones se aceptan como normales pero suponen un considerable cambio en el mundo de las relaciones laborales y sociales que dará lugar a posibles fricciones si no se realizan con el consenso adecuado.
Recuerdo al inicio de internet como un presidente de un gran banco disfrutaba de la navegación a vela y mantenía contacto vía móvil con su despacho, atendiendo emails, supervisando operaciones y gestionando decisiones con eficacia. Era todo un privilegio del que disponían muy pocos avanzados. Hoy es una realidad popularizada, como ha sucedido con los viajes aéreos, que están al alcance de toda la población.
Las ventajas que el teletrabajo supone son indiscutibles, desde la conciliación y también diría la optimización personal del tiempo activo, reduciendo desplazamientos y evitando riesgos, así como otras repercusiones sociales, al reducir el tráfico, consumos y mejora del medio ambiente en las ciudades, etc.
Pero no deben olvidarse posibles fricciones, ante planteamientos de exigencia presencial por la empresa o reclamaciones por empleados de sentirse controlados y con atención abierta incluso fuera de horario laboral, así como posibles abusos difícilmente controlables.
Estos días ya aparecen voces desde esferas sindicales reclamando compensaciones y peticiones de obligatoriedad del sistema (se solicita que los funcionarios tengan cuatro días por semana) que complican aún más la situación.
Con la aplicación de AI (Inteligencia Artificial), como sistema de respuesta de llamadas telefónicas o contestación de emails y otras gestiones, como selección de personas, expedientes, operaciones bursátiles y especialmente en actividades sanitarias, y utilizado desde compañías telefónicas, empresas de servicios sanitarios, de servicios de mantenimiento, operaciones bancarias y hasta instituciones públicas como la Agencia Tributaria, no nos responde una persona, incluso nos pide el nombre para respondernos con él siendo una máquina. Watson, de IBM DeepQM es pionero y su éxito en el concurso Jeopardy y su aplicación posterior al sector sanitario ha sido generalizado en el ámbito empresarial.
Pero, ¿de verdad queremos eso? y mucho más en un momento con la terrible realidad de las tasas de paro. Sin embargo, además de mantenerse una elevada presión fiscal sobre las rentas de trabajo, que suponen mayores costes, se promueven desde instancias políticas otras presiones y responsabilidades sobre los empleadores que hacen que el empleo personal se aminore o desde luego no crezca.
Hablamos de poner a la persona en primer lugar, lo cual es un gran avance social irreemplazable, pero al mismo tiempo se carga al empleo con pesadas mochilas que obliga al empleador a cuestionarse aumentos de plantilla sino reducciones y desde luego a considerar como mejor alternativa bien la contratación de servicios en otros países con menores cargas y costes o la utilización de tecnologías que sustituyen empleo.
Es una cuestión importante que exige una respuesta con criterio sopesando los intereses en juego y dando valor al empleo como factor esencial de liberación personal en una sociedad avanzada como la que deseamos conseguir. Ante las incoherencias demostradas por el Gobierno quizás una directiva europea evite que la pugna política de lugar a soluciones sesgadas que agraven la solución.
En tanto, bienvenido el teletrabajo y lo que Watson nos aporta,